Historias en la ciudad baja
La construcción de historias a través de recuerdos y vivencias es como formalizar una entrañable necesidad. Acá en la Basse Ville de Friburgo, el tiempo parece llevar los días en direcciones opuestas: de alguna manera transitamos lo lineal, el pasaje de las horas, los minutos, los momentos hacia el atardecer final, la noche espera. Es también despertar todos los días a un mismo día. La repetición perenne de las estaciones; el eterno verter de las fuentes; el pasaje hacia atrás de la Sarine río verde cual tajo, la arquitectura medieval sin denominaciones contemporáneas. Solo los autos nos remiten al siglo veintiuno, la moda de la gente, el llevar los pasos tomándose del celular y fotos - share - porque todo lo demás es historia hoy.
Circundados de una muralla natural de casi ochenta metros, estamos en la realidad de un pueblo. Arriba la pequeña ciudad de Friburgo, que se abre hacia la melódica planicie meridional suiza. Un poco más allá el campo, las vaquitas, las montañas. Esta depresión natural concentra en su cuña la formalidad cotidiana de sus habitantes. Una formalidad única como lo es su geografía. Acá las historias son personales, irrepetibles, enmarcadas en una identidad rural y pueblerina, medieval y moderna, que nace y muere como los días que pasan.
La sensación más próxima de vivir en la Basse Ville es estar en un lugar propio. Cada intercambio es personal y cercano. Las miradas todas vecinas, que generan una distancia que marca el espacio de intimidad, y el respeto por las personas. Hay cercanía cuando se está, hay espacio cuando se necesita.
Luego de algunas semanas de adentrarme explícitamente en la estructura de las historias de la basse encuentro que yo también comienzo a se parte de los recuerdos de sus habitantes; la definición del barrio; los complejos que no descartan la opresiva relación con una identidad marcada a puño y dialecto. Si uno es también sus circunstancias, entonces este espacio vital enmarca un sujeto histórico. Esta historicidad como forma de permanencia existe en cada uno de sus habitantes. Existe en mi. Existe en las Histories de la Basse. Entonces a través del contexto, de la relación con un lugar, nos contamos a nosotros mismos con esta misma unicidad.